30 septiembre 2011

Armando un muñeco de Pablo de Los Backyardigans

Claudia García, ganadora del Concurso por el libro La silla de imaginar de la periodista y escritora Canela,  cuenta:
Todo lo que hago para mi hijo lo hago con pasión. Hace un año atrás, mi nene estaba fascinado con los Backyardigans, especialmente con Pablo, que es el pinguinito azul.
En primera instancia quería comprárselo para el Día del Niño, que faltaba un mes para ese entonces. Yo lo había visto en las jugueterías, pero cuando pregunté su costo, me di cuenta que superaba mis posibilidades.
En principio me desilusioné porque no iba a poder llevarle el muñequito que tanto le gustaba a mi nene, y aunque él era chiquito todavía y no entendía mucho, yo igual quería regalárselo porque sabía que iba a darle mucha alegría.
Cuando llegué a casa se me ocurrió que podía hacerlo yo misma, pues al ser de tela, tenía la esperanza de que podría lograrlo.
Así fue que durante una semana me puse a buscar por todas partes los moldes del muñeco, imaginaba que lo encontraría en Internet, ya que son famosos esos personajes,  pero no fue así.
Después de varios días de investigar y buscar, me dí por vencida, pero sólo en la búsqueda de los moldes, porque mi deseo de ver a mi hijo jugar con su muñeco preferido, seguía en pie.
Después de unos días de pensar y pensar en cómo hacer el muñeco, en mi cabeza daban vueltas su formas redondas, sus colores…  me animé a delinear bosquejos sobre las formas que tenían que tener cada una de sus partes. Lo hice, dibujé los moldes en un papel de diario, los recorté, busqué tela vieja y fui armando con alfileres, según me guiaba mi imaginación .
Tuve que intentarlo varias veces, pero después de dos días de trabajar entre tela y alfileres, (nada de costuras todavía) para lo que sería un “demo”, logré algo aceptable según mis pretensiones y me dí el OK para seguir adelante.
Así que al día siguiente me fui a comprar la tela de color azul y amarilla, que eran los colores que necesitaba, y el relleno, obviamente  el costo de mi compra fue la décima parte de lo que valía el muñeco.
Ya no podía volver atrás, tenía los materiales, los moldes diseñados por mí, y sólo faltaba poner manos a la obra.  A esa altura estaba tan embalada, que decidí  hacer dos muñecos, uno para mi nene y otro para su mejor amiguito.
Así que, tijera va, tijera viene, un día corté… otro día uní las partes….todo por dos… mil veces armaba, mil veces desarmaba, lo rellenaba, lo vaciaba, recortaba defectos, volvía a armar, rellenaba, volvía a vaciar…
En fin, nunca acababa, mi nula experiencia en muñequería, hacía que sólo pudiera valerme del método “prueba – error” . Al fin logré tener un seudo muñeco armado totalmente con alfileres. Me faltaba reemplazar los alfileres por costuras para darle vida a estos muñequitos…
Probé con la máquina de coser de mi madre que es de esas aparatosas que se usaban antes. Es muy complicado manipular costuras pequeñas así que tuve que desistir de usarla para este fin…¡un impedimento más! pero no importaba, los muñecos tenían que cobrar vida para poder regalárselos a mi nene y a su amiguito para el Día del Niño. Faltaban 10 días…
Haciendo de tripa, corazón, no me quedó otra que coserlo íntegramente a mano, con puntadas reforzadas para simular las costuras a máquina. Obviamente este trabajo artesanal me llevó 10 veces más de tiempo que el que hubiera llevado hacerlo de la otra manera, pero con paciencia y extrema prolijidad, puntada tras puntada, armé cada una de las partecitas de estos muñecos.
Todos los días cosiendo, puntada tras puntada. Pierna cosida era pierna rellenada… bracito cosido era bracito rellenado, y así, una a una, todas y cada una de las partes, fue quedando.
Con el pasar de los días el muñeco fue adquiriendo forma y tamaño en colores reales, y cada vez se parecía más al verdadero Pablo.
Hasta mi nene ya lo llamaba por su nombre, señal de que mi obra ¡estaba teniendo éxito!
Al fin… llegó el día, la última puntada dió por terminado a los dos muñecos, mi obra estaba lista.  Los envolví en papel celofán, les puse un moño grande y cada uno fue a manos de su pequeño dueño, como regalo del Día del Niño.

Ver a mi niñito abrazarlo, besarlo, y llamarlo por su nombre, fue la mejor retribución que pudo tener mi trabajo.
A medida que pasaban los días y mi labor se estaba encaminado, entendí que mas allá del precio material que pudiera tener el muñeco, el valor que tiene “ESTE MUÑECO” es ÚNICO. Porque lo hice con todo el amor para mi niñito y eso no se consigue en una juguetería.
Hasta el día de hoy, ya hace un año, Pablo es su muñeco predilecto y cuando a mi hijo le preguntás: ¿Quién te  hizo a Pablo? , él responde: – ¡ Mamá!
Él, a pesar de su corta edad de 2 añitos, ya sabe que ese muñeco es especial, porque  estuvo presente desde que Pablo se engendró hasta que vió la luz… Creo que el ejemplo es la mejor manera de enseñarle a los niños que con esfuerzo y dedicación se pueden alcanzar los sueños…
Además  es vital  enseñarles  que materializar las ideas es una experiencia hermosa, alimenta el autoestima y le da un valor agregado al resultado que es invaluable,  inculcándoles esta moraleja: “Nunca digas nunca, sólo imagínalo, inténtalo y házlo…” (pero ésto se lo explicaré a mi nene más adelante, cuando pueda entenderlo, por ahora sólo le doy ejemplos, para que aprenda de ellos).

1 comentario:

Viento Amor dijo...

MUJER EXCELENTE TRABAJO, TE FELICITO, QUEDO HERMOSO!!!! UNA MADRE HACE LO Q SEA POR SUS HIJOS!! YO HICE PARA LA DECORACION DE LA HABITACION DE MI HIJA LOS 5 EN FOAMY, QUEDARON MUY BONITOS TAMBIEN Y ME HAS DADO LA MEJOR DE LAS IDEAS, YO MISMA HARE LOS 5 PARA ELLA EN MUNECOS, TAMBIEN LOS HICE EN PLASTILINA CUANDO ERAN BEBES, DE ESTE MISMO BLOG LOS SAQUE, SALUDOS MADRE CREATIVA Y AMOROSA, UN FUERTE ABRAZO DESDE COLOMBIA!